Ti nayté tu cácuxtá le u cahil Chi Cheem itzá
(Soñé que está reviviendo el pueblo de Chichén Itzá)
Perla mi frente el sudor; entre jadeos; cansado por la altura, continúo mi ascenso hasta la cima de la pirámide escalonada consagrada a Kukulkán, dios de la dualidad: el Castillo, como la conocemos en España; la más famosa figura que emerge en la ciudad de Chichén Itzá. Y desde arriba, dominados por el vértigo y el misticismo que se desprende de sus piedras, asistimos atónitos al fenómeno del descenso de la Serpiente Emplumada, como cada equinoccio, los días 21 de Marzo y 22 de Septiembre, al atardecer.
Y es entonces, cuando entre sombras, el sol proyecta sobre la pirámide su visión: siete triángulos de luz, invertida, que se deslizan por su cara norte hasta alcanzar el suelo, mientras oímos de fondo los cánticos de miembros de sectas esotéricas que invocan a Chac, dios de la lluvia… absorbidos por el tiempo, Chichén Itzá, parece revivir…
Chichén Itzá fue capital de los toltecas en el siglo X, pero fue fundada entre los años 435 y 455 d.C. Perteneciente al estado mexicano de Yucatán, y al oeste de la turística ciudad de Cancún, pronto se configuró como una gran metrópoli, centro religioso, político y comercial de la civilización maya. Arquitectos, astrólogos, matemáticos formaban una auténtica sociedad politeísta con una organización piramidal. Una religión repleta de dioses a los que adorar con sacrificios humanos, centros ceremoniales, la precisión de los calendarios que usaban, sus enormes pirámides… eran muestra suficiente del avance de esta civilización.
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